2 - 1 - 2020
Quiero escribir antes de morir, o tal vez lo que deseo es escribir para no morir. Pero ¿Qué demonios puede ofrecer un ejército de sílabas a un hombre desesperado? ¿Qué clase de redención va a darme eso? Poco a poco comienzo a intentar mandar mentalmente al carajo a todo lo que me ha destrozado la vida. En realidad, anhelo volver a reescribirla con otros colores. Quiero ser el protagonista de mi propio mundo, regresar al puto paraíso perdido. Ser libre para poder asesinar tranquilamente a la persona que más me hirió, para hacer el amor con esa amante que siempre deseé y jamás tuve…

17- 1 - 2020

Como cada mañana, me miro detenidamente en el espejo. Rápidamente mi maldita mente vuelve a llenarme de carencias, de nuevo soy consciente de todo lo que me falta para ser feliz. Una vez asumida mi cotidiana infelicidad, me dispongo a salir al mundo autoconvenciéndome de qué nadie es feliz porque nadie lo tiene todo.
 Sé que estamos adiestrados para hacer lo conveniente, pero lo conveniente para quién, para qué… esa es la jodida pregunta. ¿Quién se ha encargado de perpetrar tanta y tanta estupidez? ¿Nuestra querida cultura, los políticos...? Quién demonios nos ha fabricado para funcionar tan óptimamente?, ¿quién nos ha sistematizado para que nuestros pensamientos sean tan malditamente adecuados?.


17 - 2 - 220
¿Porqué estamos aquí?, me preguntó sin dejar de escribir ni por un instante. Las palabras me encadenan al infinito blanco del papel, a esa dulce nada que siempre me acoge. ¿Porqué estoy aquí aguantando este rollo?... Sin duda debe ser por miedo. Somos albañiles de la cultura, emisarios de ese “todo complejo” de acciones y omisiones que los seres humanos hemos practicado durante siglos. La historia de los hombres es la historia del miedo: miedo y familia, miedo y dinero, miedo y guerra, miedo y soledad... Miedo y más miedo. Somos animales asustados. Nuestro enorme pánico nos ha empujado a inventar el lenguaje, qué es una diabólica herramienta que nos congrega a todos en torno al terror. Somos una enorme tribu acojonada. ¿Pero porqué tememos tanto?... Desde el vientre materno estamos escondidos en la viscosa oscuridad, esperando una espada de luz que nos decapite, para morir y nacer de nuevo en algún lugar. Desearemos aventuras y nuevos paisajes, pero el miedo nos hará buscar el modo adecuado de esclavizarnos. Él se ocupará de ajustar a nuestro cuello los más diversos grilletes culturales. Nosotros nos conformaremos con buscar una celda confortable para que el tiempo que nos quede transcurra de la forma más desapercibida posible. 
Necesitamos al miedo para otorgar interés a nuestras previsibles horas, para que nos haga creer que la vida es tal como nos la han contado. Sé que sin miedo podría escribir una puerta y abrirla lentamente hasta acceder a una ciudad llena de sol y hombres libres. Pero yo soy mi miedo, lo siento y lo vivo cada segundo.
No sé qué habrá después de esta línea, el blanco me amenaza tras cada letra. ¿Qué fragmento de música sonará en mis palabras?, ¿qué encorvado saxofón tañirá mi  alma?  Me siento como un niño que aún no se ha ensuciado de Cultura, un chaval que camina fascinado por el cosmos y por el revolotear de los insectos. Pero sé que pronto retornaré a ser un tetrapléjico cultural y que recorreré con mi silla de ruedas las carreteras de la tradición… y cada vez seré más turbio, más chato, más aburrido, más igual a los demás. La gran serpiente cultural desencajará sus mandíbulas, y yo aguardaré inmóvil como un estúpido conejillo a ser engullido.


© Heredia Sancho